El síndrome frente a la hoja blanca

Tengo una hoja en blanco y al verla lo primero que se me ocurre es poder escribir en ella, llenarla con mi letra y tener la satisfacción de ver como se le quita lo blanco con la esperanza que de esos garabatos fluya una idea interesante, pero eso no sucede.
La hoja sigue en blanco, se remueve algo en el estomago, es por un sentimiento raro de querer escribir y no saber qué, tener un pluma con una buena tinta y no saber más que hacer ensayos de rúbricas, dibujitos y rayitas.

Tantas cosas que se pueden hacer y que se desperdicie en una divagación, una falta de inspiración. Este fenómeno no es porque la información haga falta, tampoco porque no se sepa escribir, sino porque no sale de la imaginación de que tema garabatear y a eso sumarle que saber escribir a cierto nivel, no solo es saber juntar letras que signifiquen algo, sino ir más allá del sentido y la unión de varias palabras, de varios enunciados y al final tener un resultado: que se entienda lo que uno quiere transmitir; el hecho lamentable es que esto no sucede por dos cosas:
Porque no se logre una buena redacción coherente y porque cada quien entiende las cosas de maneras distintas, es decir, ¡venga el subjetivismo!
Tan lindas que son las hojas en blanco y que no se pueda hacer algo para la posteridad, algo por lo que en unos meses o años pueda decir: ¿a poco lo escribí yo? Pero la hoja sigue en blanco igual que mi mente, la creatividad no llega, las ideas tampoco, solo el tiempo que sigue pasando y que sigo teniendo hojas en blanco para escribir todo una vida, muchas teorías, dibujos, empero sigue así, en blanco…

Sin Rùbrica

Sin rúbrica no es más que un taller que nace por una necesidad, la de saber escribir mejor.
No recuerdo en donde lo leí, pero dicen que escribir es saber leer bien, ya que a través de este medio se puede explicar y describir las experiencias que deja la lectura. También dicen que escribir es como una forma de desnudar una parte de nuestros pensamientos y muchos escritores se les conoce por lo que escriben.

La finalidad de dar inicio a este espacio es obtener un sello propio, un estilo por el cual no necesite firmar para saber que es mio, como una obra de Fernando Botero, una pintura de Orozco o un texto de Monsivais que antes de que ellos le pongan su rúbrica ya se sabe quien es el autor.

Posiblemente sea ambiciosa, tal vez no se logre pronto o no se logre, por el momento sólo puedo escribir que el ultimo juez eres tu quien me lee.

Bienvenido a Sin rúbrica.