La vida que se va

Novela en la que Vicente Leñero se da el lujo de explicar en una novela el significado de la frase “recordar es volver a vivir”. La historia se desarrolla en la ciudad de México, en la colonia roma en donde una mujer recuerda sus vidas alternas con sus diferentes decisiones, es igual que preguntarse por la mañana que hubiese sido si la decisión de ir a estudiar fuera distinta y ahora la decisión cambia a ser empleado ¿Cuántas vueltas hubiera dado la vida propia y la de los que nos rodean si nuestra propia situación fuera distinta?


Desde las primeras páginas atrapa con sus letras el escritor a su lector, Leñero es autor del guion para la película: El crimen del padre Amaro o el callejón de los milagros. El tapatío recocido por su trabajo como periodista y escritor ha logrado que otras de sus obras han tomado lugar en la lista cinematográfica recomendable.


Ganador del Premio Xavier Villaurrutia y del Premio Nacional de Ciencias y Artes, es una buena recomendación para leer y no dormir en el intento.

Una mañana

Como cosa de magia, el aparato cuadrado se prende a las 6:45, y un tipo comienza a hablar de los últimos sucesos en alguna ciudad, varias personas más hablan y hablan de otros sucesos, se ríen y yo aun no puedo despegarme bien de la almohada y pensar en todo lo que pasa, no sé ni quien soy ni donde estoy, todavía entre sueños sigo oyendo al tipo que avisa de cómo estará el clima en la ciudad ; con trabajo abro los ojos y veo colores familiares en mi alrededor pero aun me vence el bienestar de mis sabanas y el aire que entra por la ventana, me muevo para tratar de que los ojos se abran y el letargo se vaya.

Puedo apreciar que la mañana es agradable y el olor del desayuno me motiva a quererme levantar pero no logro deshacerme de tanto sueño hasta que de pronto a mi lado veo unos ojos tan familiares observándome, una nariz que inspiran tanta ternura, es tan familiar que hasta puedo pensar que es parte de mi sueño pero hecho realidad, como si lo acabase de ver y cuando despierto ahí está. Me sonríe deseándome los buenos días y descubro que si es parte de mi sueño pero no mientras duermo sino mientras estoy alerta y mi imaginación fabrica la imagen de quien puede ser la persona que deba estar a mi lado. Sigo intentando y no logro comprender si es parte del sueño o de la realidad pero es un bienestar terriblemente enviciante. Entre tanto y tanto deseo que mi memoria no olvide tantos detalles, detesto la cantidad de neuronas que he perdido y que me han impedido gravar cada segundo que paso de esta manera.

Hoy si es cuando deseo tanto que las memorias pudieran insertarse en la cabeza de manera que el propio disco duro pueda expandirse y a deseo recordar cada instante en el que uno mismo esta tan feliz de conocer a alguien al abrir los ojos y aun sin recordar en qué lugar o qué hora se está, tener ese gran recuerdo de la sonrisa tan familiar y agradable al despertar.

Si pudiese alcanzar a vivir para poder ver como la tecnología nos invade como en los cuentos de ficción, yo compraría la manera de proyectar mis recuerdos en una pantalla y mostrarle a los míos lo feliz que soy con detalles tan sencillos y lindos como una llamada inesperada o compartir la hora del café, poderle decir a ese hombre que me sonríe ahora que prenda esos recuerdos y me haga ver porque soy tan feliz cuando me sonríe, o porque el aparato cuadrado me despierta de esa manera y yo siento la necesidad de levantarme por la mañana y sin saber a qué o por qué.
Sigo aun sin poder salir de este sueño inmenso y mi despertador me recuerda que ya son las 6:55 de la mañana y que ya es hora de levantarse…